martes, 22 de enero de 2008

El Halcón

Cae la noche y el hambre persiste. Paulatinamente decae Ahmed con su hijo en brazos y la penuria de haber dejado su mujer detrás. Entre lágrimas el niño se arropa con lo que era la manta de su madre; no pudieron darle un entierro digno. El frío del desierto penetra la médula ósea de padre e hijo. La luna y las estrellas brillan más que el aura lumbral del pueblo que se pierde en el horizonte. La semilla del desespero brota vertiginosamente en la mente de Ahmed; él sabe que no llegarán a tiempo. Tras caer de rodillas y enterrando sus córneas lagrimosas en la arena, Ahmed abraza en posición fetal a su hijo. El destino se convierte en presente; la madre naturaleza desea sus tres víctimas.

Encomendándose a Alá, Ahmed asume su fin a manos del desierto. Después de tapar la cara de su hijo con su turbante, Ahmed entra en un estado mental entre vida y muerte.

Los halcones del desierto no son vistos de noche pero Ramadán es un mes sagrado. Ahmed merecía la vida y su premio es ver crecer a su hijo. Ahmed sabe que el pan y el agua que les trajo el halcón fueron una bendición de Dios. Nunca lo comentó a nadie, porque los que la mano de Dios toca saben guardar su milagro. Ahmed e hijo continuaron su vida, llevando en sus corazones el secreto del halcón salvador y la penuria de la despedida de un ser querido. De ahí en adelante, en cada Ramadán, Ahmed y su hijo vuelven al sitio del milagro y rezan para que Alá trate bien a su amada en el cielo.

2 comentarios:

Angel dijo...

no pajas hasta las 12 de la noche.


jajajaj ..no pude evitarlo .. me rocordo eso ...

RAMADA DAMA DAMA DING DONG ... RAMADA RAMALAMA RAMA DING DONG ..

Isabella dijo...

eeeh huh? Carlos explica.