viernes, 19 de diciembre de 2008

I Love Being on Vacation

I become Niko Bellic

In my parallel world>>

lunes, 15 de diciembre de 2008

Gracias a Dios



الحمد لله

"Al Hamdulillah"

El Queque



En esta foto quedó plasmada mi atención al ponqué o "queque". A mi hermana le llegó a dar risa lo cautivado que quedé con el queque. "Mil pesos" me dice Don Alberto, el dueño de la bodeguita. Al tratar de negociar una reducción al costo, Don Alberto, frotándose la calva con indignación me dice que no tiene por qué bajarlo ya que la gente siempre se los lleva todos.

"Está bien".

- Me fui sin queque -

Esa misma tarde, sólo en mi cuarto, fui subyugado por un fuerte antojo de queque. Sentado en la cama tuve un monólogo mental considerando si era buena idea volver a donde Don Alberto. Su negocio queda a pasos de mi casa pero volver era cuestión de orgullo; si volvía a donde Don Alberto representaría que di mi brazo a torcer.

Después de un arduo debate interno ganó mi atojo. Dejé de lado mi orgullo y fui a comprar el queque.

- Encontré lo que me temía -

Don Alberto, con una sonrisa entre jocosa y de satisfacción me informa que vendió todos los queques, tal y como predijo. Le pregunté si estaba seguro que no quedaba ningún quequito por ahí. Ofendido me dice que no, no hay.

Al salir, vi de reojo a Don Alberto entregándole UN QUEQUE a un señor con traje.

- Inmediatamente interrumpí la transacción -

Le pregunté a Don Alberto por qué le está entregando un queque al señor si justo antes me había dicho que no quedaban más. Don Alberto me dijo que el otro señor lo había reservado. El señor del traje, confundido, negó que él había reservado el queque. El señor del traje volteó y me vio con ojos de indiferencia diciendo:

“Llévese usted el queque, joven.”
“No señor muchas gracias, no quiero el queque.”

El señor del traje y yo nos fuimos del negocio indignados con Don Alberto; ninguno de los dos aceptó el queque, casi como si hubiésemos querido enseñarle una lección. Al llegar a la esquina de mi casa pensé otra vez en el delicioso queque, el antojo se volvió a apoderar de mí y fui de vuelta a donde Don Alberto:

- “Está bien Don Alberto, deme el queque.”
-“Mil pesos”
-“Gracias, buenas tardes”.



El Queque